miércoles, 10 de noviembre de 2010

NÁQAR












NÁQAR

Sergio Briceño González



















































JARDÍN PARA UNOS VERSOS





































Son obvios
los poetas

La vida
a sí se escribe









































Estás enamorable

De un olor
y una sonrisa limpios

en tu edad podría
quedarme

en tu edad frágil
y combada

cuando estás enamorable




































Mariana no creía en Dios
sino en los dioses

Decía que hay un dios para el árbol
y otro para el agua

Afirmaba que a la planta otro dios la rige
y uno distinto a la piedra

Cortaba lirios
para llevar en el regazo

Su falda amplia
la falda de Mariana

Y su paganismo atroz

































Los dioses arrojan
pequeños objetos de papel
desde la rama del sauce

Otros brincan
en un cáliz

otros más se hunden
y desaparecen en el fango

tratan de llamar la atención

y una docena de ellos
sostienen un letrero en lo alto
que no alcanzo a ver qué dice


































Soy el hijo de una cortesana
y las brujas me buscan

Quieren tener conmigo descendencia
y merodean a oscuras en mi lecho

Quieren abrirme la garganta

Quieren depositar en mi cabeza
una legión de hormigas
sajar mi mano izquierda
para que no recuerde lo que vi

No caben ya en mi boca
los largos colmillos

Sangro por los labios

Alzo el hocico hacia la Luna
que lejana sonríe y me da su bendición





























Pero el cielo no soy
aunque el cielo refleje
lo que ahora yo siento

Es gris y alto
y deja caer sobre la tierra
una brisa de plata

Hay nubes
y un color de plomo
que me recuerda a mí
a mi interior

El cielo pesa cuando
llueve
como el pesar que es
llanto si algo sufro

De nada está hecho
el cielo y todos dicen
que en él desean estar

Es aire solo
y un poco de agua
y demasiado humo

No se puede respirar

Por eso nadie vive allá
y el cielo es un invento
donde nada está vivo



















Mi verso en el laberinto
de tu oído como un toro

Mi pala de músicas antiguas
cavando en tu cabeza

Donde haya en ti una puerta
ábrela y goza de mis voces

Vendrás conmigo hasta la cima
para mostrarte la ciudad
si acompañas la cadencia de mi estrofa
con tu cuerpo desnudo


































Ahora reina Pan
en mi jardín

Se tiende sobre el césped
y medita
rascándose los cuernos
y la barba

Medita
y ve a las muchachas
cuando pasan de prisa rumbo a clases



































Un viaje al exterior
pensé en hacer

Perforaba cartílagos
y huesos
brumas profundas
disipaba

La carne se oponía
con cercos y barrancas

Muy despacio salí

Primero el ojo
piernas y brazos
y demás entonces
ya brotaron

Dejando un cascarón

Un cuerpo



























¿Más vestigios de guerra
exigen los gendarmes?

¿Más vestigios que este
brazo sin tronco y esta piel
sin su carne?

¿Más vestigios que el muñón
como tallo molido?








































Mi hijo -que es mi padre-
tiene una novia

La halaga con nomeolvides
y la toma de la mano

Mi hijo me dice que la besa

Diariamente la besa
él dice

Y sufre cuando no la ve



































Tuve un escudo también
con batallas grabadas

También tuve una mujer
y tampoco la tuve

Tenía doradas sandalias
y una melena negra

Siempre está aquí ella

Siempre que es presente
como en este momento



































Llorase si en un momento
sintiera que un árbol soy

Tallado con gubia un corazón
en mí   -me dolería

Pero hay árboles míos
que tú no ves
y crecen hacia dentro

Y a veces lo que el árbol
siente yo lo siento

Sin poder moverme o protestar

































Desbrozaba un prado
y al hacerlo escuché los redobles
de cada planta al salir

Oía un golpe de tambor
al arrancar la raíz

Un golpe contraído

Y en tanto yo eso hacía
sentí que en otra parte
una mujer sufría

Su amante penetrándola
escuchaba el golpe de tambor
que yo escuchaba
































Hoy sólo la Luna veo
y es sólo a ella a quien veo
como llamándola alguien

La Luna rechaza las comparaciones

Se cubre de nubes
y me hace verla más allá
de solo verla

Es la Luna solamente
¿qué más hay que decir?





































La cópula es misterio
como lo es la roca y sus aristas

Nadie puede cifrarla
aunque se ejerza

Y por lo mismo
quien observa amatistas
y piensa en el lecho y la mujer

también encontrará cerrado
el pensamiento

Y únicamente placer hallará
en contemplar la piedra
y en hacer el amor
































Al querer compresas
como al que sangra le puse

Todo él se coaguló
se coaguló el querer

Y aquella sangre de ayer
en costra se me quedó

La misma sangre que mana
de una herida que no vi





































Hacer lugar aquí
para todo lo que vemos

Un espacio crearle
a la materia que tocas

Engendrar en algún sitio
plantas            piedras            animales

Pasarlos por el tamiz
del corazón
y ver qué forma tienen

Si hablan o un secreto nos dicen
como llamarnos hermanos




































Es difícil hablar de los demás
habiendo una amatista por descubrir

Sus horizontes pequeños
y la color ¿de dónde vienen?

Es mi hermana la amatista

Se bambolea en mi pecho
y te mira

Sonríele si quieres
a mi hermosa amatista


































Río soy bajo el hielo

Por encima silencio
salvo las vibraciones
de las piedras del fondo










































Te llevaré en el corazón
cuando haya muerto

Y verás lo que hay
cuando falta la vida

Tras el rojo cristal
de mi tibio corazón
contemplarás la tumba
mas no te alcanzará
la boca del gusano

Y cuando sientas miedo
ponte a tocar los muros
de mi pecho

E inventa un latido
                                   Tres
                                               La eternidad





























No tengas prisa
cuando haya una mujer

Siente cómo en tu garganta
se atora su mirada

Habla quedo cuando
con ella hables

Inhala su perfume
y observa la manera
en que mueve sus labios
si algo dice

Hay un acento en su lengua
que te recuerda el mar

En lo que su vestido
no alcanzó a cubrir
imagina tu mano

Muerda sus pechos tu vista

Tiene otra carne su carne

Algo que a ti perteneció
así es que en ella piérdete
y sin dejarla hablar
mantenla en su silencio más lascivo




















A tu amada tocas
pues es materia pura

Y te tardas en ella
por quererla beber

Intangible más tarde
llegará
hasta tu sueño
y será otra mujer
intocada y febril
por tu nombre llamándose

No olvides que Amor
es agudo y sediento

Por lo que vivas de más
ocúpate de ella
en tu neta desdicha
y en tu exacto goce


























Gritos de dríades
atadas a los troncos

Cortado a tajo el cantil
y yo en la cima
¿qué soy junto a la piedra antigua?

Sólo el miedo
es tan grande
como esto

Un miedo altísimo

Un miedo Natural




































Tan perfecto es Amor
que ni a sí mismo
se tolera

Por eso cuando amas
un odio se interpone

Y has de vivir a veces
entre el amor y el odio

Juntos y confundidos
en una mezcla simple

Uno es el impulso

Otro la rueda
































Vivo de la sombra

Me extiendo
como cáncer

Soy más raíz
que floración











































Agrupadas en racimo
conversan

Hacen bromas nimias
y gozan burlándose del otro

De aquél galán ridículo
y del cosmético en la cara del marica

Son una sola
aunque tres veces desgajan el aire
y lo cabalgan

Se enderezaría
si las viera
un jorobado
































Espesa dulzura
y un cítrico tanino
bajo la falda

Allá en tu cava íntima









































Materia interna
y enemiga

Materia del poema
donde sólo hay abismo
y un vacío que murmura











































Vino un poeta a mí
con satánicos ojos
y una barba de siglos

Había estado en cuatrocientas ciudades
y habló durante horas
frente a la hoguera viva

En ese viaje
no agotó la esperanza
de encontrarla

Y cansado y maltrecho
y con brasas bajo la lengua muerta
mencionó su nombre

Murió entre las pavesas
sin terminar de hablarme
de su pelo


























La mujer del duende
vive junto a los hongos
y se alimenta de raíces y cortezas

No tiene más de un metro
de estatura

Lleva en las orejas oro
y rubíes en el índice
y un coral en el cuello

Ama con marionetas
o con topos

Es objeto de juegos
en los dormitorios del ejército

Conoce el idioma de las víboras

Y es capaz de ascender
hasta la copa del roble
para orinar desde allá

sobre tu rostro
























Prefieren de los hombres el cerebro

Otras desean el hígado
y lo arrancan de golpe
como a la flor de su tallo

Cómo perforan sus ojos
sus lamentos
sus risas de guadaña

Me acosan

Me atraviesan

No sé porqué estoy destrozado
y vivo

Cavernarias adúlteras

                                               Ménades



























La demencia es su perfume
y tiene facultad para atraer

No sabe qué es el tiempo

Nadie podría mirarla
cuando va desnuda

Es el olvido y la premonición

Al llegar todo guarda silencio

Elabora sueños
que no te corresponden
y te obliga a vivirlos

Quiere hacer con tu carne un arpón

Por lava intenta sustituir tu sangre

Ahora mismo está escribiendo
con mi mano

Y me pide que diga
que está loca

Que le gustan tus vísceras
y habrá de devorarlas
si en la ingle sientes
un trepidar de muelas































ELEMENTOS DE CAZA

































Es mi intención
adueñarme de mi amada

Procuro halagarla
con racimos de uva
y muchísimas rosas

La tomo de las manos
y cubro su cara con mis besos

Pero nada basta

Ella se siente sola
y me lo ha dicho

¿Cómo poderla acompañar?
































Con desmesura
me aprovecho de mi amada

Con delirio la toco
y pongo mis labios en su piel

Ella está junto a mí
y junto a ella un vaso de vino

Deseo tenerla siempre
y acompañarla
con vino y con poemas

Dormir a su lado
y poderla mirar
todo el tiempo

Ahora no he pensado
en que puedo tener más de ella
si me esfuerzo

Con vivir a su lado
me conformo

Con vivir a su lado

Como quien habita una casa






















Lo mismo que el demonio
o lo estrella con sueño

Semejante al silencio

Como un bostezo en la charla
es mi amada

¿Quién es con quien vivo?

Parte una manzana
con ira o con lujuria

Las rosas no pueden conquistarla
ni fundar en su boca
un reino de murallas de sangre

Así es ella

Un dios
que de tanto querer
no merecemos




























La edad es portentosa
y se acumula en sus venas
como fiebre nocturna

Me hace morir
este ser pequeñito
al que abrazo
y con quien duermo
y escucho respirar

Aunque no sepa que el aire
ya está roto
y entra en sus pulmones
como una lenta asfixia

Que nada le pasara
podría ser mi deseo

Fundirlo nuevamente a mí

¿Por qué me diste un hijo?

¿Por qué si con haber sufrido yo
era bastante ya?























Yo aceptaría
que mis versos abandonaran
la leche de la página

Que se fueran solos y muy lejos

Que me negaran al amanecer

Eso me gustaría
pues nada hay
entre mis versos y yo

Al llegar la tarde
uno de ellos
me besaría la mejilla

Y yo les lavaría
los pies  -a mis versos

No me importa
que sean ellos mejores
y no yo


























He depositado
en tu cuerpo
mi palabra

Crecerá en él
como una flor
de cardo

Si me recuerdas
punzará en tu entraña


















































HIERA EL AMOR


































Las rosas mueren pronto
se transforman
Caen despacio por pétalos
o espasmos
Y en cada rostro incierto
una memoria.
La misma imagen limpia
de tu cara
y el mismo aroma puro
del olvido.
¿Quién toca desangrándose
las manos?
Es este vil pulmón
que no traiciona,
recuerda, se retuerce,
es sólo un grito.
Y vuelve a su morada
ya en silencio,
poniendo en cada lágrima
un suspiro
y en cada gris batir
tu nombre a solas.
El mar lo sabe bien:
estamos juntos.
Un oro de milenios
se evapora
Sobre tu piel desnuda.
Cambia la brisa en ti.
Viene una gran tiniebla
hasta tus ojos
para poderme ver
o reflejarme.
No cede la hinchazón
bajo mi cuello.
No muere lo que arde
es lenta su agonía
pero es tan dulce verse moribundo
por flecha tan profunda
por daga tan hermosa.
Arena y luz y cielo y gran espacio
como esperando un tibio vendaval


Aunque esperando cerca, ya tocando,
ya la aorta abrasada, ya en cenizas.
Buscan en tu sonrisa su amplitud
Se instalan en tu espalda
Corren como hormiguero por tus muslos
y yo no sé si el verso o las pasiones
son las que van en torno ya ocupándote.
Por Dios, alguien que sople.
Un cubo de agua, un trozo de cristal
contra la vena o el bicho aún enroscado
de una cuerda
para ponerla en alto y suspenderme.
Por ti con tantas ganas devorado
que marcas, cardenales, bubas rojas
señalan mi estatura
Pues fuera más copiosa la idea de recordarte
y no de respirar.


El brazo de una hiedra entra en la casa.
Las siete de la tarde. Una luz nueva
desciende por las tejas, se derrama.
Ni demasiado intensa ni tan débil.
Robusta sí, empeñada en saludarme.
La noche circular de bronce denso
te nombre y lo difunde.
Una flor en botón tiembla de pronto,
Velluda y apretada, ardiente al sol.
La luz se hace más gruesa, adquiere pechos.
Toma por cabellera un resplandor,
que estalla en tus talones: eres tú.


Entraras a mi vida con delicia
y abriera con mi lengua tu ternura
y con la misma lengua repasara
lo que tienes de piel o plata firme.

Comenzaré a dudar de tu existencia.
No es cierto que es verdad lo que yo he visto,
con flores estampadas al vestido
y flor en cada párpado entreabierto.

Besarte es morir pronto, dulcemente,
pues no voy caminando: crepitando.




Mi mano está más tibia que hace noches.
De ahí surge tu espalda y tu cabello.

Amor como una lanza florecida.

Amor enfermo y simple y venenoso.

Si hubiese algún jardín adentro mío,
geranios lo ocupasen infinitos.

Tu amor me ha cocinado sin remedio.

Tu amor me ha puesto a hervir
            a cada instante.

            No acabaré jamás de contemplarte,
            princesa de las dudas y los nervios,
señora del desastre y de las llamas.

Tus labios inferiores en mis labios
producen la saliva de este canto.